La escucha activa

 Escucha activa.



Todos aprendemos a leer, escribir y hablar en la escuela, pero no existe una formación académica para aprender a escuchar.

Todos hemos oído hablar de la escucha activa, "no es oir, es escuchar", pero no es sólo eso, es un proceso mucho más complejo. La escucha activa es una capacidad, y como tal, algunos nacen con ella y otros la pueden desarrollar. Requiere de un gran esfuerzo y sobre todo práctica, como cualquier otra habilidad.

Para comenzar hay que modificar la forma de recibir la información que nos trasladan y para ello debemos abrir nuestra mente, esto significa dejar de pensar en lo que vamos a decir, como lo vamos a decir y en qué momento. Consiste en abandonar nuestro diálogo interior para centrarnos en el mensaje que nos están transmitiendo.

Mientras que "escuchamos" debemos utilizar un lenguaje positivo con palabras cortas, que le hagan percibir que estamos entendiéndola, "ya", "bien", "entiendo", de acuerdo".

Hay que dejar hablar a la persona, sin interrumpir, ya que a veces sólo necesita a alguien que la escuche y la entienda. Evita dar consejos o realizar valoraciones. Aquí entra en juego el término "asertividad", que es una habilidad social que se trabaja desde el interior de la persona. Se define como la habilidad para ser claros, francos y directos, diciendo lo que se quiere decir, sin herir los sentimientos de los demás, ni menospreciar la valía de los otros.

Cómo veis "escuchar activamente" requiere realizar un elevado esfuerzo mental y una gran inversión de energía, por lo que conviene ir prácticando poco a poco, para no terminar el día fatigados. 

Qué hacer en la escucha activa

  1. No rechazar las emociones que el otro manifiesta. Las emociones son reacciones automáticas que frecuentemente se dan en determinadas circunstancias; pero que no son obligatorias y no las controlamos. Por eso, decir a una persona que no debería sentir lo que siente implica un reproche sobre una conducta sobre la que la persona no tiene control. Hay que tener en cuenta que no está en su mano modificar ese sentimiento.
  2. No juzgar. Recuerda el dicho bíblico: no juzgues y no serás juzgado.
  3. No solucionar el problema. Quien te lo está planteando quiere compartirlo contigo, pero él (ella) es la responsable de solucionarlo. Tú solamente puedes escuchar y dar tu opinión.
  4. No interrumpir. Espera a que la otra persona te dé paso, aunque no estés de acuerdo con lo que dice.
  5. No cuentes tu propia historia. Recuerda que nadie escarmienta en cabeza ajena. Además, si te está contando algo es para que entiendas su problema y, si cuentas tu historia estaréis centrándoos en la tuya.
  6. No des un consejo que no te hayan pedido.
  7. No descalifiques cuando des tus opiniones

Ventajas que la escucha activa tiene, tanto sobre la persona que escucha como sobre la que se siente escuchada:

  • Crea un clima de confianza y cercanía que facilita la comprensión mutua.
  • Se puede comunicar aceptación e incrementar la motivación del usuario.
  • Se reduce la tensión, las diferencias de criterios.
  • Se aprende del otro.
  • Se facilita la reducción de conflictos.
  • Ayuda a tomar mejores decisiones y con mayor seguridad.
  • Se aprende a trabajar mejor.
  • Se gana tiempo para pensar.
  • Se estimula la cooperación del usuario

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